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Argentina

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MADRID, 01/02/2007 ()
Cada vez más personas sufren crisis de madurez por la idea de vivir siempre jóvenes. Son niños grandes; egocéntricos, solterones y evitan cualquier tipo de compromiso. Tienen más de 30 años y un ritmo de vida propio de un joven estudiante. El cambio de hábitos sociales, con la exaltación del individualismo y la imagen, los ha ayudado a perpetuar su estado.
 
Sufren los síntomas del síndrome de Peter Pan, un complicado salto a la madurez para cada vez más hombres.

Peter Pan, el popular personaje de James M. Barrie, llevó a Dan Kiley a publicar en 1983 las primeras letras sobre las personas que no saben renunciar a ser hijo para empezar a ser padre.

El héroe volador de Barrie describe un rasgo fundamental del desarrollo de cualquier ser humano. Esto es, la crisis de crecimiento entre el refugio en la fantasía, la atemporalidad o la evitación del dolor de las pérdidas, frente a la mayor asunción de la realidad, la elaboración de la pérdida y el dolor psíquico que abra un camino a la madurez del individuo.

El cómo afrontan estas personas, cuando acceden a tener pareja, la posibilidad de la paternidad, sería algo así como la «prueba de algodón» de su raciocinio o sus puntos en común con el infantilismo de Peter Pan, cuenta el psiquiatra Agustín Béjar.

EDAD MADURA, MENTE JOVEN
Según Bejar, el perfil de este tipo de personas atiende a un hombre de entre 30 y 50 años, que sigue un ritmo de vida más propio de un joven estudiante, entusiasta, entregado a una aparente alegría, que se acerca a las mujeres de forma inconstante.

Un escalón por detrás está el tipo «solterón», viviendo aún en casa de los padres, que puede ser incluso exitoso en el área profesional, pero con una vida limitada en el área relacional. No expresa fácilmente sus sentimientos y es egocéntrico.

Otro caso sería el del joven veinteañero, aún en casa de sus padres, pero en la etapa de poder iniciarse en el mundo laboral, cuyas relaciones de pareja son más comprometidas y estables pero que se apalanca en un modo de vida adolescentes, con dificultades para asumir su nuevo estado, que rehuye a emparejarse seriamente, o como mucho lo asume como búsqueda transitoria.

Por este motivo muchos buscan incluso chicas más jóvenes, que impliquen menos planes de futuro y a su vez puedan contagiarse de su inmadurez.

TERAPIA Y VOLUNTAD
El psiquiatra Agustín Béjar confiesa que la terapia dependerá de la severidad de la afectación.

El especialista añade, asimismo, que cualquier posibilidad de curación estará en función del dilema que plantea Barrie en el libro: sufrir como Peter Pan o por dejar de serlo.

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