El tema del aborto salta cada cuatro años a la palestra informativa aunque durante las dos legislaturas gobernadas por George W. Bush ha gozado de un protagonismo mayor de lo normal. La última noticia aparecía hace unas semanas en los diarios del país americano ante la decisión de la Administración de aprobar una norma para proteger la objeción de conciencia de los médicos frente a la interrupción del embarazo. El borrador, rechazado por Obama, está redactado de forma tan ambigua, según los analistas, que podría hacerse una interpretación extensiva para incluir la píldora del día después y el DIU como métodos abortivos.
Varios estados han anunciado además la celebración de referéndums que podrían afectar en mayor o menor grado a las leyes del aborto, según recoge el diario ‘Washington Post’. La iniciativa más incisiva es la de Dakota del Sur -hogar histórico de los activistas antiaborto-, que, esencialmente, prohibiría la interrupción del embarazo salvo en caso de violación, incesto o amenaza para la salud materna.
Una ultraconservadora para atraer a los antiabortistas
No está entre las cuestiones más relevantes para los votantes, según las encuestas, pero sin duda puede inclinar la balanza electoral hacia uno u otro lado. El aborto, tema de especial sensibilidad en el país transoceánico, irrumpe en la escena política dos meses antes de la elección del próximo presidente de los Estados Unidos. Y lo hace por dos motivos: las desafortunadas declaraciones de la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos; y la elección de Palin, Gobernadora de Alaska, miembro de la Asociación Nacional del Rifle, de la organización pro-vida Feminists Pro-Life y opositora acérrima del matrimonio homosexual y el aborto.
La búsqueda de votos es vital en un momento en el que las encuestas hablan de un empate entre Obama, con un 42%, y McCain, con un 40%. Se trata de una cuestión de números, tal y como explica el columnista de ‘Los ángeles Times’ Tim Rutten. «Los católicos representan el 25% del electorado y ningún candidato de la historia ha logrado el voto popular sin ganarse a los católicos».
Pero en un país en el que la política se mueve en un estrecho margen ideológico, los demócratas deben caminar con cautela por el tema del aborto y no pueden mostrarse abiertamente a favor ni en contra sin correr el riesgo de perder a un porcentaje importante de sus potenciales votantes. La imprecisa respuesta de Nancy Pelosi ante la pregunta «¿Cuándo empieza la vida?», formulada en un programa de televisión, está teniendo sus consecuencias. La presidenta de la Cámara de Representantes, en lugar de embarcarse en el clásico discurso filosófico-moral, señaló con argumentos algo farragosos que la vida comienza a partir del tercer mes de embarazo.
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