Parece el guión de una película de Indiana Jones, pero es real. En la actualidad se realiza una búsqueda en cuatro continentes para encontrar las páginas perdidas de uno de los textos sagrados más importantes del mundo: una parte de la Biblia en hebreo, de mil años de antigüedad, conocida como El Códice de Aleppo.
El Códice de Aleppo tal vez no sea tan famoso como los Manuscritos del Mar Muerto. Pero para muchos eruditos, es inclusive más importante, pues es considerado como la edición definitiva de la “Biblia judaica”.
Tras desaparecer en 1947 de la sinagoga de Aleppo (Siria), en 1958 el códice llegó finalmente a Israel. Fue entonces cuando se descubrió que 196 de sus páginas habían desaparecido, lo que supone alrededor de un 40 por ciento del total que tenía el documento.
Cuando el Códice llegó a Israel -hace 50 años- fue entregado a Izhak Ben-Zvi, entonces el presidente de ese país, y un experto en comunidades judías del mundo islámico. Aunque el manuscrito se halla en el Museo de Israel, junto con los Manuscritos del Mar Muerto, el Instituto Ben-Zvi fundado por el fallecido presidente continúa siendo su custodio legal y respalda la nueva búsqueda.
EN BUSCA DE LAS PáGINAS PERDIDAS
Ahora, investigadores que representan a la entidad que custodia el manuscrito del Códice de Aleppo en Jerusalén afirman que tienen algunas pistas sobre parte de las páginas desaparecidas, y que se hallan cerca de su objetivo de completar en su totalidad –o casi- el manuscrito.
Un punto crucial en la historia del Códice se registró tres días después de que las Naciones Unidas aprobasen la resolución de 1947, que aceptaba la creación del estado de Israel. Una turba siria, indignada ante la resolución, quemó la sinagoga hasta los cimientos. En esa sinagoga estaba el manuscrito guardado durante siglos en un arcón de hierro. Los judíos de Aleppo rescataron el Códice de la sinagoga incendiada, pero en los años siguientes la comunidad, integrada por unas 10.000 personas, se vio obligada a abandonar Siria, rumbo a diferentes partes del planeta.
Así, la clave para encontrar las páginas perdidas podría radicar en la diáspora de judíos que residían en Aleppo, Siria. Los expertos creen que los descendientes de los judíos de Aleppo tendrían en su poder algunas de las páginas desaparecidas, en tanto otras habrían sido adquiridas por comerciantes de antigüedades. De hecho, confirmando esta teoría, varios fragmentos han aparecido ya.
Esfuerzos previos al actual, incluidos algunos realizados por diplomáticos israelíes y por agentes del Mossad, el servicio secreto israelí, fracasaron. La nueva búsqueda ha reclutado a un pequeño grupo de descendientes de los judíos de Aleppo, capaces de ganar la confianza de la comunidad judía, y ha recopilado información sobre el destino de algunas piezas específicas y acerca de las personas que las tienen en su poder, dijo Zvi Zameret, director del Instituto Ben-Zvi.
Zameret informó que la búsqueda se lleva a cabo en América del Norte, del Centro y del Sur, en Israel y en Inglaterra. «De acuerdo a los rumores, no sólo hay pequeños fragmentos sino capítulos enteros, y eso ha causado gran entusiasmo», dijo Adolfo Roitman, restaurador del Museo de Israel a cuyo cargo está el manuscrito.
LA HISTORIA DEL CóDICE
El Códice, 491 páginas de pergamino de unos 30 centímetros de largo por 25 centímetros de ancho, fue transcrito alrededor del 930 de nuestra era por Shlomo Ben Boya´a, un escriba de Tiberias, en las márgenes del mar de Galilea. Fue editado por un famoso erudito de esa época, Aaron Ben-Asher. La conclusión del manuscrito señaló el fin de un proceso de siglos destinado a crear el texto definitivo de la Biblia hebrea.
Perteneció a la comunidad judía de Jerusalén hasta que fue robado por los cruzados que capturaron y saquearon la ciudad en 1099. Tras pagarse un rescate, el manuscrito fue llevado a El Cairo, donde fue usado por el filósofo judío Maimónides, quien declaró que era la copia más precisa del Antiguo Testamento.
«Para decirlo en pocas palabras: el proceso de ensamblar totalmente el texto de la Biblia hebrea concluyó con el Códice», dijo Rafael Zer, del Proyecto de la Biblia de la Universidad Hebrea, en Jerusalén.
Es difícil determinar cómo el Códice llegó a Aleppo, en el norte de Siria. Algunos eruditos creen que fue llevado a ese país por un descendiente de Maimónides a fines del siglo XIV.
Allí fue guardado por los judíos como su posesión más preciosa. Pero el 2 de diciembre de 1947, como ya relatamos antes una turba incendió la sinagoga. Luego circularon rumores de que los judíos de Aleppo se apresuraron a salvar algunas páginas de las llamas. De hecho, se han encontrado muchos fragmentos entre sus descendientes.
Uno de los hombres que rescató parte del documento del códice en la sinagoga quemada de Aleppo fue Mourad Faham, que entró en la sinagoga disfrazado de beduino y encontró el grueso del manuscrito en el piso, según narra su nieto, Jack Dweck. Dweck, un empresario radicado en Nueva York, donde vive una de las mayores comunidades de judíos procedentes de Aleppo, dice que en su opinión, las partes desaparecidas existen. «Creo que hay una gran pieza (del manuscrito) en alguna parte, esperando a ser hallada», dice.
Una página del Libro de Crónicas sobrevivió en el apartamento neoyorquino de una mujer de Aleppo, y fue entregada por sus familiares en 1982. Otro fragmento sobrevivió en la billetera de Sabbagh, otro exiliado de Aleppo radicado en Nueva York, que lo plastificó y lo usó como amuleto. El año pasado, tras la muerte de Sabbagh, su familia llevó el fragmento a Jerusalén.
MáS INFORMACIóN
Puede visitar la página oficial del Códice Aleppo (en inglés) en este lynk: www.aleppocodex.org
Fuente: As. Press, ProtestanteDigital. Redacción: ACPress.net
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