A diferencia de su predecesor, George W. Bush, que acudía con regularidad a los cultos de los domingos, Obama aún no ha ido a la iglesia. Gibbs ha querido matizar el hecho explicando que al presidente y a su esposa les gustaría tener un poco más de tiempo para «decidir una congregación en el área de la que hacerse miembros».

El hecho que el mismo portavoz de la Casa Blanca haya hablado de ello en rueda de prensa demuestra la importancia que en Estados Unidos tiene la cuestión de si un presidente es creyente practicante o no.

Obama, según aseguró Gibbs, echa de menos no contar con una iglesia a la que acudir con regularidad. Y dados los problemas económicos que vive el país, declaró, el presidente probablemente ore a Dios, aunque no sea en un lugar de culto.

Durante la campaña electoral Obama abandonó la iglesia de la que había sido feligrés durante años, la Trinity United Church of Christ, en desacuerdo por comentarios racistas de su pastor, el reverendo Jeremiah Wright. Obama también tuvo que salir al paso de rumores en internet que durante la campaña política afirmaban que era musulmán.

Desde que fue elegido presidente, varias iglesias evangélicas se han mostrado interesadas en recibir al nuevo presidente como miembro.