“El principal torturador de los Jemeres Rojos pide perdón a las víctimas” escribe sobre el inicio de su juicio el diario El Mundo. ABC titula “Duch: el matemático del horror”. Mientras, El País abre con las propias palabras del protagonista: “Pido vuestro perdón”. Mucha información ha girado estos días sobre Kaing Guek Eav, conocido como “Camarada Duch”, que fue un principal y terrible protagonista del brutal genocidio que aterrorizó Camboya hace tres décadas.
El evento ha aparecido en todos los medios de comunicación. Un tribunal patrocinado por la ONU ha empezado a juzgar a uno de los principales torturadores de los Jemeres Rojos, la organización paramilitar que bajo las órdenes del dictador Pol Pot provocó un auténtico genocidio en Camboya, entre 1975 y 1979. La guerrilla llegó a exterminar al 25% de la población del país, 1’7 millones de personas, en una brutal purga contra el régimen anterior.
Duch es uno de los principales acusados por ese genocidio, pero a su vez podría ser uno de los principales testigos contra otros jefes de los Jemeres Rojos. Tras avanzar posiciones dentro de la organización terrorista, Kaing Guek Eav se convirtió en el comandante de dos prisiones por las que pasaron entre 14.000 y 16.000 personas. Se le consideraba el torturador jefe, y según se sabe, vivía junto a su mujer e hijos en un casa de dos pisos adjunta al primer centro, Tuol Song. Allí, como él mismo ha explicado, pasaba jornadas maratonianas aplicando la violencia a los presos para sacar confesiones antirrevolucionarias que implicaran a otros ciudadanos aún libres.
Dirigía una máquina perfectamente organizada por la que pasaron ciudadanos, ministros del régimen comunista caídos en desgracia, diplomáticos extranjeros y hasta 2.000 niños. Los prisioneros eran interrogados, torturados y enviados a un campo de exterminio cercano, donde morían. “Simplemente obedecía”, explica. “Quien llegaba a nuestro centro no tenía ninguna posibilidad de salvarse. Y yo no podía liberar a nadie”, contaba recientemente Duch.
El terror se extendió aún más a finales del año 1978, cuando el ejército vietnamita amenazaba ya seriamente con derribar a los Jemeres. Ante la situación de confusión y paranoia, a Duch se le ordenó acelerar las ejecuciones a un ritmo aún superior, por lo que los presos eran exterminados sin ni siquiera ser interrogados.
CAMBIO DE IDENTIDAD Y CAPTURA
El experimento comunista de Pol Pot acabó con la toma de la capital camboyana por el ejército del Vietnam. Kaing y otros muchos guerrilleros del Jemer huyeron de sus puestos y se ocultaron en las junglas de la región oeste de Camboya. Así, dejaron atrás numerosos documentos inculpatorios, que implicaban, especialmente a Duch como uno de los principales responsables de la matanza.
Tras huir, Duch pasó un año en China como profesor de lengua; luego volvió a Camboya como profesor de matemáticas y consiguió cambiar su identidad. Bajo un nuevo nombre, incluso cooperó para esclarecer los hechos ocurridos durante el tiempo en el que formó parte del régimen dictatorial.
Finalmente unos periodistas de Far Eastern Economic Review encontraron a Duch en 1999, después de 20 años de desaparición. Trabajaba como asistente médico en un campo de refugiados del American Refugee Committee en el norte de Camboya. Kang Kek Ieu reconoció -y así se publicó en la revista- haber participado en torturas, asesinatos y crímenes contra la humanidad y que estaba preparado para testificar contra otros líderes. También explicó que se había convertido al cristianismo evangélico, que era un cristiano “nacido de nuevo”.
UN JUICIO LARGAMENTE ESPERADO
Tras una década, pues, llega el momento de que responda ante la justicia. Kaing (Duch) es el primero de los cinco altos cargos del régimen de Pol Pot que responderán durante los próximos meses en Phnom Penh por los crímenes contra la humanidad llevados a cabo entre 1975 y 1979. Es el único que ha reconocido su implicación en los hechos, y se ha mostrado dispuesto a colaborar en el proceso. Por eso, se espera que Duch sea un testigo clave en los futuros juicios del que fue el número dos de Pol Pot, Nuon Chea, del ex presidente del régimen Khieu Samphan y de Ieng Sary, su ministro de Relaciones Exteriores.
Entre los asistentes a la primera sesión del juicio, el lunes pasado, se encontraban cerca de sesenta camboyanos que intervendrán como testigos, muchos de ellos de la etnia cham, que fue perseguida con ferocidad por el régimen comunista. Kaing ha comparecido en la sala sin ninguna referencia al comunismo, y con unas gafas como las que en su momento los Jemeres Rojos consideraban contrarrevolucionarios, hasta el punto que podían ser motivo de arresto y deportación.
Eso sí, las sesiones de la semana pasada han sido introductorias. El juicio se reanudará en marzo, y se prevé que el veredicto sea pronunciado en septiembre. La sentencia máxima aplicable será cadena perpetua, ya que el tribunal no tiene poder para condenar a muerte.
SU FE EN DIOS, Y EL ARREPENTIMIENTO
Kaing tiene ahora 66 años, y se convirtió tras la caida del régimen comunista y su huida en un cristiano evangélico claramente convencido. Su experiencia de fe renovadora en Jesús se realizó en 1995, después que su mujer fuera asesinada por un grupo de bandidos.
Algunas informaciones hablan de que incluso llegó a ser pastor en una iglesia. Su testimonio ahora es excepcional, porque no tan solo es el único de los acusados que ha expresado su total arrepentimiento, sino que ha hecho claros gestos de profundo dolor por sus actos inhumanos y la consecuente petición de perdón hacia las víctimas. Tanto que hace unos días, uno de los abogados de Kaing, François Roux, tras visitar a su cliente, dio a conocer a la prensa un mensaje claro de su parte: “Duch desea solicitar el perdón de las víctimas” y añadía que este mensaje no quedará en una nota, sino que “pedirá perdón públicamente”.
El propio Kaing ha hablado de su fe en una reciente entrevista que concedió a El País. Explica que dejó el budismo después de conocer en Battambang a misioneros de “la Golden ChristianWest Church”. Una de las cosas que le atrajo era que “estaba convencido de que los cristianos eran una fuerza, y que esa fuerza podía vencer al comunismo”. Se abrió a la fe en Jesús al darse cuenta que su ideología comunista del Jemer rojo no se sostenía: “En la época de la guerrilla yo tenía 25 años, Camboya estaba corrompida, el comunismo estaba lleno de promesas y yo creía en ellas. Sin embargo, ese proyecto fracasó”, dice.
Explica que se convirtió mediante “un pastor camboyano”, que había viajado a EEUU para formarse y volvió a su país natal para “ayudar a sus compatriotas a encontrar a Cristo”. A él, reconoce Kaing, le contó todo su pasado, después de convertirse. Y añade que como él, otros ex Jemeres Rojos, “también han elegido mi camino”, es decir, también se han convertido.
Y así parece que es. Según un interesante artículo de la publicación The Observer, publicado en 2004, al menos 2.000 Jemeres Rojos de todos los rangos se han convertido a Jesús abrazando el mensaje del cristianismo evangélico después de la caída del régimen.
MáS INFORMACIóN
Pueden leer aquí la noticia que ya adelantaba ProtestanteDigital en agosto de 2006, titulada “Un cristiano ex-líder del «Jemer Rojo» arriesga su vida confesando toda la verdad”.
Fuente: El País, El Mundo, Reuters, F. Libertas, ProtestanteDigital. Redacción: Joel Forster, ACPress.net.
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