Las contiendas públicas entre famosos científicos ateos y teólogos, como las protagonizadas por Richard Dawkins y Alister McGrath, entre otras, han aumentado en los últimos tiempos la impresión de que ciencia y religión no son sólo distintas sino que, además, están en conflicto permanente.
Sin embargo, un estudio reciente, realizado por un sociólogo de la Penn State University de Estados Unidos, ha revelado que, para la mayoría de los universitarios, el conflicto entre ciencia y religión no existe . Concretamente, un 70% de los encuestados señaló que ciencia y religión no se enfrentan sino que son independientes la una de la otra o que pueden ser recíprocamente colaborativas.
En la investigación participaron 10.000 estudiantes de 200 universidades americanas. Los participantes fueron encuestados al inicio de su carrera y también posteriormente, con el fin de medir los cambios de actitud que a este respecto se produjeron en ellos, a medida que avanzaban en sus estudios.
LA ENCUESTA
El responsable de la investigación, el sociólogo Christopher Scheitle ha presentado los resultados obtenidos en un artículo publicado por el Journal for the Scientific Study of Religion.
En él, se explica que se preguntó a los alumnos qué pensaban sobre la relación entre ciencia y religión. Las posibles respuestas eran cuatro: (1) Están en conflicto (y me considero partidario de la ciencia); (2) Están en conflicto (y me considero partidario de la religión); (3) Son independientes entre sí (la ciencia y la religión se centran en aspectos distintos de la realidad); y (4) Colaboran una con otra (respaldándose mutuamente).
Por otro lado, en la encuesta también se preguntó a los estudiantes acerca de sus creencias y afiliaciones religiosas. Los resultados obtenidos revelaron que cerca del 70% de los estudiantes universitarios “novatos” percibían la relación ciencia/religión bien como recíprocamente independiente, bien como recíprocamente colaborativa.
Por otro lado, la minoría de estudiantes que afirmó que la ciencia y la religión estaban en conflicto pertenecía tanto al grupo de personas “partidarias de la religión” (el 17%) como al grupo de personas “partidarias de la ciencia” (en un 14%).
CAMBIO DE OPINIÓN
Pasado el tiempo, muchos de los estudiantes encuestados cambiaron de opinión con respecto a sus respuestas iniciales.
Según publica Huffpost Religion, el cambio más frecuente fue el paso de la creencia en la existencia de un conflicto entre ciencia y religión, a una creencia de ausencia de conflicto entre ambas (bien por independencia bien por colaboración).
Por ejemplo, el 70% de los estudiantes que inicialmente afirmaron ser “partidarios de la religión”, modificaron más adelante su perspectiva, pasando a creer que entre ciencia y religión no había conflicto. De igual modo, el 46% de los estudiantes novatos que afirmaron posicionarse “al lado de la ciencia” adoptó una postura de no-conflicto entre ciencia y religión en años posteriores.
Como contraste, sólo el 13% de los estudiantes novatos que inicialmente habían tomado una postura de no-conflicto entre ciencia y religión habían modificado sus ideas, pasando a creer que entre ambas sí había conflicto.
En definitiva, el estudio reveló que cuanto más avanzaba el nivel educativo, menor conflicto percibían los estudiantes entre religión y ciencia.
ANTECEDENTES
Éste no es el primer estudio que realiza Christopher Scheitle sobre religión y condiciones sociales. Previamente, en 2007, el científico llevó a cabo una investigación con Elaine Howard Ecklund, de la Universidad de Búfalo. En la misma se constató que los científicos son menos religiosos que el resto de la población, y que esta singularidad no tiene que ver con la ciencia ni con el conflicto entre ciencia y fe, sino con la educación religiosa de base, la edad o el entorno familiar.
Por otro lado, en 2010, Scheitle realizó un estudio, en el que participaron más de 400 personas, que reveló que los individuos que abandonan un grupo religioso estricto tienden a informar de un peor estado de salud que las personas que permanecen en dichos grupos, probablemente como consecuencia del estrés que este tipo de cambios produce en los afectados.
Fuentes: tendencias21, Protestante Digital
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