Después del terremoto del 12 de enero de 2010, este joven pastor decidió recorrer la isla para llevar ánimo a los creyentes y ayudar materialmente en lo que podía, administrando con prudencia hasta el último céntimo de algunas ofrendas que recibió del exterior. “Para mí ser cristiano es una cuestión de vida o de muerte Por esta razón quiero hacer todo bien, según me indica la Palabra de Dios”, expresó en aquel momento en una entrevista con Protestante Digital.
En un primer momento, Webert visitó los puntos donde la destrucción fue mayor, incluso lugares donde no había iglesias evangélicas, tal el caso de Gonave . Para viajar a este poblado –o lo que quedó de él- tuvo que pasar casi tres horas en un barco de vela y motor. Mientras tanto, en ciudades como Jacmel , Anse-à-Veau y Puerto Príncipe los creyentes del Centro Cristiano Evangélico (CCE) que él lidera , volvían a reunirse. “Las actividades espirituales tienen más gente que antes, aunque los servicios se hacen ahora bajo tiendas o al aire libre”.
El terremoto dejó más de 300.000 muertos según las autoridades del Estado (sin contar miles de cadáveres que nunca pudieron ser rescatados de bajo los escombros) y más de 1.5 millón de personas sin hogares. “La herida está todavía muy abierta. Bajo los escombros cada uno de nosotros ha dejado a una madre, un padre, un pariente, un compañero del alma…”, reconoce Webert.
DOS AÑOS DESPUÉS
A pesar de algunos esfuerzos, hoy como en enero de 2010, quien llega a Haití tiene la impresión de que el terremoto fue ayer . “Es una decepción ya que algunos han dicho que después de este seísmo nada volvería a ser igual en la vida, en la mente de los haitianos. Lejos de nosotros la idea de que ‘los grandes desastres hacen grandes naciones’. Existe una zanja inmensa entre la situación de las personas que viven bajo las tiendas y el proceso de reconstrucción”, expresa Webert.
El 14 de mayo del 2011 asumió un nuevo Presidente de la República. Hasta hoy, Michel Joseph Martelly no ha logrado la estabilidad política. No hay armonía entre los poderes, sobre todo entre el poder ejecutivo y el legislativo. Por otra parte, los antiguos miembros del Ejército haitiano –desmovilizado en 1995 durante la presidencia de Jean Bertrand Aristide-, han recuperado parte de sus bases sin previo aviso del gobierno. “La situación causa temor en la población, ya que muchas familias aún tienen cicatrices profundas causadas por este Ejército. Un Ejército es necesario, pero todo debe hacerse según las leyes…”, dice Webert.
SITUACIÓN SOCIAL
Según nuestro entrevistado, la situación social en Haití ha empeorado después del terremoto . “El tejido social está roto. No hay cohesión entre los diferentes sectores de la vida nacional. No hay un objetivo común y cada persona busca su propio interés, sin respecta las leyes del país. Vivimos en desorden social. La violación de la Constitución y las leyes es casi sistemática”.
Quienes perdieron todo a causa del terremoto, continúan viviendo en condiciones muy difíciles en los sitios de alojamiento. Los refugios temporales forjados por las victimas sin hogar están ya en situación de ruina. Webert denuncia que “hay un aumento de la prostitución juvenil. En los sitios de alojamiento, los menores no tienen temor a sus padres y hacen cualquiera cosa. Un cierto día un padre me dijo ‘antes del cataclismo, era difícil que mi niña de 16 años viniera a casa con un chico, y ahora ante mis propios ojos ella entra con un hombre en su tienda de campaña. ¿Sabe usted lo que significa eso para un padre?’. El hombre lloraba”.
Este pastor se enfrenta diario a situaciones muy tristes. “Días pasados, en Léogane, la zona quizás más dañada por el terremoto, un amigo me mostró un video donde una chica que salía de la escuela con su uniforme, entraba en una tienda de campaña para compartir la cama con un joven. Se puede decir que en los sitios de alojamiento temporario -que siguen existiendo hasta la fecha-, los haitianos viven en un estado bestial. En estos lugares, las victimas esperan sin hacer nada. Ellos esperan sin hacer nada porque ellos no tienen nada. En otras palabras, es muy difícil para ellos resolver su vida, regresar a la vida normal, a la que tenían antes del terremoto”.
En el área de la salud el panorama no es menos desolador. Según Webert, “la mayoría de la población no tiene acceso al agua potable y no puede comer lo suficiente. Los hospitales no tienen materiales necesarios para dar cuidados a los pacientes. Muy a menudo es difícil recibir un primero auxilio porque los médicos de turno están casi siempre en huelga. A esto hay que añadir el cólera. Las enfermedades tropicales se van multiplicando”.
ROL DE LA IGLESIA EVANGÉLICA
Ante la situación general del país, la Iglesia enfrenta un gran desafío. “No cabe duda, la Iglesia Evangélica no tiene que cruzarse de brazos. Ella debe actuar para cambiar la sociedad y, sobre todo, para cambiar la mentalidad de los haitianos. Siempre he dicho y sostengo aún en el día de hoy: Haití, como todos los países del mundo está necesitada del Evangelio porque el pecado solo trae ruina y miseria, pero la gracia de Dios enriquece y no añade tristeza”, dice con convicción el pastor Webert.
En su opinión, “la Iglesia Evangélica debe comprometerse a formar cristianos-ciudadanos, que sean cristianos auténticos y ciudadanos honestos . La Iglesia Evangélica tiene que trabajar para la cohesión social y luchar, sin cesar, para la educación participativa no sólo de sus miembros sino también de toda la población haitiana. Si el país sufre, los creyentes sufren. Es por esta razón que luchamos para alcanzar esas dos metas, convencidos que la solución viene por medio de Jesucristo”.
LAS ONG
Actualmente existen en Haití más de 4000 Organizaciones No Gubernamentales. Después del terremoto de 2010 las actividades de las ONG -cristianas o no cristianas- fueron más visibles. “El número de ONG fue aumentado. A decir verdad, sin ellas la situación sería peor de lo que es, sobre todo a partir de la aparición del cólera en octubre 2010, enfermedad que según los expertos vino con los soldados de la MINUSTAH, en particular los originarios de Nepal”, afirma le pastor.
Dos años después de la catástrofe, las acciones de las organizaciones humanitarias en Haití reciben más críticas que aplausos por parte de los haitianos . “El impacto es negativo – dice Webert- Por una parte, hay gente que tiene la impresión de que las ONG vienen para hacer dinero con la miseria del pueblo. No ven que estas organizaciones tengan planes de trabajo sino que actúan independientemente de la situación de crisis y lo que hacen no es para traer solución, sino para permanecer en Haití. Pues, para esta categoría de gente, las ONG mantienen a Haití en el subdesarrollo. Hay otro grupo de personas que piensan que las ONG hacen algo para ayudar a los haitianos, pero no lo suficiente. No obstante, esta gente reconoce que la mayor parte del dinero recibido por las ONG a nombre del pueblo haitiano, es gastado en su propio funcionamiento: Salarios, etc.”.
“ Como cristiano, opino que las ONG están en Haití porque el Estado es débil. El desarrollo de un país es un asunto del Estado de este país y no de las ONG. Sin embargo, hay que reconocer que estas organizaciones desempeñan un papel muy importante, han salvado vidas humanas después el seísmo . Y también los haitianos siniestrados del terremoto esperan, de alguna manera piensan que las cosas van a cambiar vía las ONG”, dice el pastor de las iglesias Centro Cristiano Evangélico.
AYUDA DESDE EL EXTERIOR
Edouard Webert no se atreve a decir que las ayudas internacionales no llegan a los más necesitados , pero reconoce que “el clientelismo, la corrupción al interior de las ONG y el abuso del poder son causas que impiden que los más necesitados reciban las ayudas en su totalidad”.
A veces hay que luchar mucho para recibir algo y después, pasados algunos días o meses, esas cosas que eran para los necesitados se venden en las calles. “Se dice que el terremoto del 12 de enero del 2010 ha hecho nuevos ricos en Haití”, expresar con tristeza.
Su ministerio no ha recibido nada de las ayudas humanitarias internacionales. Sólo ha podido contar con algunas ofrendas particulares llegadas inmediatamente después el terremoto , lo cual posibilitó la provisión de alimentos a parte de los fieles que lo habían perdido todo. “Tenemos fe. Un país puede estar en crisis pero Dios nunca está en crisis. Todo lo que hacemos lo hacemos con la providencia de Dios”, afirma.
En estos dos años, Webert no ha parado de trabajar, reconstruir templo e inlcuso iniciar proyectos nuevos . “En efecto, después el terremoto realizamos y seguimos realizando: reparación y construcción de templos, distribución de comida a nuestra comunidad de fe -a veces también a algunos habitantes del lugar-, formación de líderes, confraternidad de damas, redes de oración, campaña de evangelización en las zonas periféricas, escuela básica para los niños huérfanos y desfavorecidos, diversos trabajos comunitarios… También iniciamos en octubre pasado los ‘Sábados de niños’ a fin de formar cristianos-ciudadanos”, concluye Edouard Webert ( webertedo@yahoo.fr ).
Autores: Verónica Rossato
Fuente: Protestante Digital.
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