Paris le reveló a King y al público estadounidense que siempre fue religiosa, que acudió a una escuela católica y que allí estudió la Biblia, aunque cuando se le preguntó por su pasaje favorito de la Biblia, no supo qué responder.

El caso es que algún gesto de cambio sí existe. Ahora la joven millonaria quiere aprovechar ahora su celebridad para causas benéficas como recaudar dinero para niños necesitados y enfermos de cáncer. También quiere ayudar a ex presos a salir del «círculo diabólico».

Un experto en marketing, Ken Sunshine, comentó en el debate posterior que le parecía muy buena en su imitación y que hasta uno podía creerse en serio lo que decía.

A pesar de este cambio, Paris Hilton no se mostró arrepentida de sus diversos delitos de tráfico. Siguió considerando excesiva la pena que se le impuso. Cree que además de no merecerse la pena imputada, su abogado la asesoró mal, ya que de lo contrario, no habría salido con su coche sin permiso de conducir.

París aseguró también que lo único que consume desde los 12 años es un medicamento contra su falta de concentración. La joven de 26 años está triste porque no puede quitarse su imagen de niña malcriada, recalcando que es una mujer de negocios.

La joven aseguró que no acepta dinero de su familia sino que se gana la vida trabajando duramente: Un libro, que incluso llegó a integrar la lista de bestsellers del «New York Times», un disco, el reality show «Simple Life», que ingresa ya en su quinto año, y varios papeles en el cine son el único testigo de su esfuerzo.

Incluso su famosa vida de juerguista podría suponer para Hilton más «trabajo» que diversión, ya que por cada noche que pasa en un club cobra entre 50.000 y 75.000 dólares.