ETA anunció el pasado jueves 20 de octubre en un comunicado hecho público el «cese definitivo de su actividad armada», tras 51 años de existencia y 857 asesinatos.
El comunicado se produce después de la celebración de la Conferencia de Paz en San Sebastián, en la que importantes personalidades internacionales, entre ellos, el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, reclamaron a la banda «una declaración pública de cese definitivo de la actividad armada».
También colaboraron en la confección del texto el líder del Sinn Féin, Gerry Adams, el expresidente de los EE.UU., de fe evangélica y Premio Nobel de la Paz Jimmy Carter, el exprimer ministro británico Tony Blair y el presidente de las negociaciones de paz en el norte de Irlanda, George Mitchell.
Tres días después de la Conferencia de Paz, el grupo armado ha hecho pública su decisión de abandonar su actividad. Por este motivo, la cumbre se ha convertido en ‘el colchón’ necesario para que la izquierda abertzale reclamara a ETA el cese definitivo de su actividad, a través de su adhesión a la Declaración de Aiete.
Según han asegurado desde diferentes sectores, éste es otro de los hitos marcados ‘en un guión’ prefijado y que vendría precedido de otros como el comunicado del colectivo de presos de ETA por el que se adhirió a la Declaración de Gernika, la creación de la comisión internacional de verificación del alto al fuego y el posterior comunicado de ETA por el que anunciaba que ‘colaboraría’ con este comité.
Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española (AEE), ha mostrado su alegría por el final de la actividad terrorista de ETA, «algo por lo que los creyentes evangélicos hemos orado mucho en España». Citando a Ghandi recuerda que a nivel social «la paz no es la meta, sino que la paz es el camino». Pero a la vez entiende que hay principios en el Evangelio «que deben aplicarse necesariamente al proceso a seguir si queremos una paz real, profunda y duradera».
El primer principio, declaró, es que debe ser una paz justa. «La justicia debe ir unida a las decisiones que se tomen políticamente, y no podemos olvidarnos -como si no hubiera pasado nada- de que existen barbaries cometidas que tiñen aún de sangre las manos de muchos etarras».
En segundo lugar «la oferta de paz, añade, debe ser completa». En este aspecto «no basta el simple hecho de abandonar las armas, también existe un daño profundo que se ha producido y que debe como mínimo acompañarse de una petición de perdón y de reconocimiento de haber actuado mal». Porque, razona, la paz debe llegar no sólo a la vida social sino también alcanzar a quienes han sufrido las consecuencias de los atentados de ETA, y la petición de perdón es un primer paso en este sentido.
Y en tercer lugar, «en este orden que creo que debe ser prioritario», dice Llenas, la paz debe ser generosa y saber ejercer una justicia que no esté exenta de misericordia, ya que ambas -justicia y misericordia- no sólo no son incompatibles sino que en el Evangelio son complementarias». De qué manera unirlas corresponde a quienes gobiernen y legislen, enfatiza, y «aunque no es fácil ambos valores deben fusionarse sin que ninguno pierda en esa unión.
Este articulo esta bajo unalicencia de Creative Commons..