“Yo quise proteger a mi gente, sentía la responsabilidad de ver por ellos”.
El no está solo. 500 cristianos iraquíes, armados con ametralladoras y rifles, han jurado proteger este pueblo formado por unas 25 mil personas.
Bashir Saalem, es uno de ellos, “no somos como otras milicias que han surgido en Irak. No salimos a matar gente y causar caos. Nos paramos aquí con nuestras armas para proteger a nuestra gente”.
Y por estar a sólo unos kilómetros de Mosul, uno de los sitios más peligrosos en Irak, el comandante de la milicia cristiana dice que la seguridad es una alta prioridad.
250 familias cristianas se han refugiado en iglesias y escuelas de Bartella.
“Los miembros de mi familia pagaban a los insurgentes a cambio de protección, pero eso no resultó. Aunque pagábamos, seguían hostigándonos y por eso nos fuimos”, dice Layla, quien es una refugiada cristiana.
Se cree que los insurgentes Suníes son los que intentan sacarlos.
Hussein Sanjari, activista pro Derechos Humanos señala que “quieren, según su doctrina, sociedades islámicas puras, como si estas tierras pertenecieran solo a ellos, pero no, pertenecen a todos los residentes de estas áreas.”
Los radicales islámicos han matado a más de una decena de cristianos durante la violencia reciente en Mosul.
“Los terroristas nos quieren matar a nosotros los cristianos. Si no nos defendemos, ¿quién lo hará?, añade se pregunta Mahath.
Hay unas 12 entradas diferentes al pueblo de Bartella y todas son vigiladas por la milicia cristiana. Pero además de guardar estos puntos de entrada, también patrullan durante las noches.
Hace pocos meses, una serie de bombas explotaron afuera de iglesias y un monasterio en Mosul. Desde entonces, todas las iglesias en este pueblo son vigiladas por cristianos.
Karam explica que “revisamos cada carro que entra, buscando bombas o armas.
Y los que se unen a la milicia cristiana parecen aumentar. Por el momento, unos cinco mil sirven esta región del norte de Irak.
“Cada guarda recibe unos doscientos dólares por mes”, dice Mahath.
Apenas alcanza para mantener las tres personas de la familia de Bashir Saalam, pero no es el dinero lo que le motiva.
“Solo queremos vivir en paz y disfrutar de nuestros derechos como cristianos, y esto es lo menos que puedo hacer por mi pueblo”, dice Saalem.
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