La Organización Meteorológica Mundial (OMM) asegura que el planeta sufre una serie de fenómenos extremos meteorológicos «sin precedentes». En un comunicado, cita la ola de calor en Rusia, las inundaciones en enormes extensiones en Asia y partes de Europa central, la sequía en áfrica subsahariana y los desprendimientos de tierra en China.
A pesar de que en enero hubo grandes nevadas en zonas pobladas de EEUU, el primer semestre del año fue el más cálido de los últimos 131 años. La OMM cita al servicio meteorológico ruso al afirmar que este julio en Moscú ha sido el más cálido desde que hace 130 años comenzaron los registros. La temperatura ha sido 7,8 grados centígrados superior a lo que sería normal, cuando en 1938 estuvo 5,3 grados por encima. El 29 de julio Moscú registró 38,2 grados centígrados, cuando la media máxima en esta época es de 23 grados.
El calor ha disparado los incendios, muchos de ellos imposibles de sofocar, porque lo que se quema es la turba, el material vegetal acumulado en el subsuelo durante miles de años. Así lo explica desde Edimburgo Guillermo Rein, experto en fuegos subterráneos: «Para apagar un metro cuadrado de turba hace falta una tonelada de agua, así que solo pueden controlar aquellos en los que la llama sale a la superficie. Y Moscú está en medio». Rein afirma que hasta que la lluvia cubra todo el terreno no se podrá sofocar el incendio de turba.
El ártico, el lugar del planeta donde más se nota la subida de temperatura, estuvo en julio muy cerca del mínimo de extensión de hielo, que registró en 2007. Ese año batió todos los registros de retirada del hielo y, aunque los dos años siguientes no se volvió al mínimo, a finales de agosto puede batirse otro récord (sobre la extensión que desde 1979 miden los satélites). A partir de ese momento el agua marina volverá a helarse y la capa de hielo ganará terreno.
Groenlandia ha visto este mes cómo se desprendía de uno de sus glaciares: una isla de hielo con una superficie equivalente a dos veces y media la ciudad de Barcelona. Es el mayor fenómeno de este tipo desde 1962.
Los gases de efecto invernadero, principalmente CO2 producto de la quema de combustibles fósiles, se acumulan en la atmósfera y retienen parte del calor que emite la Tierra. Desde la revolución industrial se han acumulado y su nivel en la atmósfera supera el de los últimos 650.000 años.
Fuente: El País. Edición: ProtestanteDigital.com
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