Manila, Koydo (Cristianos.Com).- Para propagar el evangelio entre los jóvenes filipinos, la Iglesia Católica está utilizando “Anime”, un popular programa japonés que permite descargar versículos bíblicos por unos cuantos centavos desde los teléfonos celulares.
Un artículo publicado por The Japan Times, informó que en la Conferencia Católica de Obispos de las Filipinas (CBCP por sus siglas en ingles) se lanzó el programa de la Biblia Anime, una línea de “manga”, los libro de comiquitas con los personajes y pasajes de la Biblia, que tienen como fin llevar el Evangelio a la juventud de este país.
«Es nuestra manera de llegar al corazón de los jóvenes, especialmente los niños, que no leen la Biblia. Queremos motivarlos a leer la palabra de Dios», indicó Oscar Alunday, un sacerdote de CBCP.
El sacerdote señaló que en vez de descargar a Pokemon o Naruto, ahora los jóvenes filipinos pueden descargar el Evangelio en sus teléfonos móviles y enviar los mensaje a sus amigos. «Es una manera divertida de esparcir el Evangelio», expresó Alunday, argumentando que de esta forma los niños se interesarán en leer la Biblia.
Este ingenioso proyecto se creo a raíz de una encuesta realizada en el 2006 por la Sociedad Bíblica Filipina, que reveló que el 60 por ciento de los filipinos no leen las Escrituras. Pero la gran mayoría de ellos tiene celulares, por tanto utilizar los teléfonos móviles para transmitir el evangelio se convirtió en una excelente alternativa.
Alunday informó que los pasajes de la Biblia pueden ser descargados con tan sólo 5 pesos (12 centavos), de modo que será una herramienta accesible para todos los jóvenes filipinos.
Según Alunday, al utilizar estas herramientas haremos que las Escrituras permanezcan relevantes en medio del laicismo y el materialismo en el que viven los jóvenes de hoy. Por tanto, señaló que es primordial que entendamos que si nuestra meta como cristianos es la de introducir la palabra de Dios en nuestra sociedad, entonces tenemos que hacerlo por todos medios positivos que existen a nuestro alrededor.
Por Fayra Castro
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