Envidiosos, manipuladores, mediocres, neuróticos, agresivos, victimistas… La bajeza humana es un tema clásico en la literatura y en la filosofía. Ahora, el psicólogo y pastor argentino Bernardo Stamateas la clasifica en ‘Gente tóxica’ (Ediciones B), un ensayo que tiene dos partes de autoayuda (su propósito es dotar al lector de herramientas con las que defenderse de los malvados con los que se tiene que convivir) y una parte de reflexión: ¿qué es eso de ser mala gente? ¿Y cuánta vileza es aceptable en nuestras vidas antes de pasar a la categoría de ‘gente tóxica’?
Bajo el concepto de “tóxicas” se esconden conductas de una persona que en cualquier ámbito de la vida «mete miedo o culpa a los demás y siempre te nivela para abajo». Así lo expresa Bernardo Stamateas, pastor y terapeuta familiar, autor de “Gente tóxica”. Este libro, un superventas en Argentina, trata de definir el malestar que crean estos portadores de mal rollo en el trabajo, la iglesia, la familia, la pareja o entre las amistades.
«Todos llevamos un tóxico dentro» , afirma Stamateas, agregando que la mayoría lo es, por decirlo de algún modo, a tiempo parcial. Es decir, se reconoce envidioso, agresivo o manipulador, pero sabe controlar estos pecadillos y no los utiliza para «minar la autoestima de nadie».
TÓXICO PROFESIONAL
El tóxico profesional, en cambio, se caracteriza porque usa sus armas destructivas «de forma consciente», enturbia el bienestar del prójimo y se siente «triunfador» cuando su víctima da síntomas de debilidad, afectación o rendición.
La estrategia que sigue un personaje tóxico es propia del manual de un depredador. Pacífico y sigiloso al principio, tiene una «entrada de amigo» en su nuevo empleo o con nuevas amistades. Es la forma de ganarse las llaves del «círculo emocional y afectivo» de la víctima que ha elegido para luego «destruirla», explica el terapeuta argentino.
No hay un retrato robot del tóxico permanente pero, apunta el terapeuta argentino, por lo general es gente que «se inventa un desplacer para no disfrutar» y en consecuencia, le molesta que los de su alrededor disfruten. «Goza cuando el otro está mal», observa.
TIPOLOGÍAS
Stamateas ha recogido hasta nueve tipologías de persona tóxica. El meteculpas, que castiga y condena al otro; el envidioso, el descalificador, el agresivo verbal, el psicópata sin remordimiento, el mediocre, el chismoso, el jefe autoritario, el orgulloso y el quejoso.
Si todo el mundo guarda en su interior una característica tóxica, la víctima que se deja vampirizar responde por lo general a un prototipo de persona que «tiende a la idealización», explica el terapeuta argentino.
El tóxico «huele» a su trofeo que se complementa con su tipología. No existen leyes para evitar caer en las garras vampíricas y la estrategia para escapar indemne variará en cada ocasión, aunque como regla básica, el autor señala la de «saber poner límites y marcar al tóxico». En este caso, «el sí y el no» son dos palabras sencillas pero «poderosas».
La teoría es simple pero negar algo al jefe no resulta fácil. Responde Stamateas tiene la salida: «Hay que aprender a decir que no con sonrisa y compás, sin gritar ni enfadarse».
Otro consejo valioso es no desnudarse emocionalmente, ser cauto para no dar munición al chismoso o al envidioso.
EL AUTOR
Bernardo Stamateas es de nacionalidad Argentina, Licenciado en Teología, Terapeuta Familiar, Licenciado en Psicología y Sexólogo Clínico. Miembro distinguido de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, ha dictado conferencias en todo el mundo.
Fuente: Protestante Digital
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