Según Frank Viola, autor de varios libros sobre lo que ha denominado ‘la reforma radical’ de la iglesia, «un alto porcentaje de latinos y de afroamericanos se sienten atraídos a las iglesias orgánicas no solamente en EEUU sino también en América Latina».
Las estadísticas confirman que un significativo número de hispanos ha abandonado sus congregaciones tradicionales para unirse a las llamadas ‘iglesias orgánicas’, que se reúnen generalmente en casas de familia y en las que no hay liderazgo formal.
Viola ha trabajado con grupos en América del Sur, define la iglesia orgánica como «un grupo de gente que aprende junta a vivir la vida divina, es una comunidad en la que todos se conocen y todos participan».
En este sentido, el fundador de ‘Present Testimony Ministry’, con oficinas centrales en Gainesville, Florida, hace una diferencia entre iglesia orgánica e iglesia en casas: «La iglesia orgánica es la iglesia que encontramos en las páginas del Nuevo Testamento. La iglesia en las casas es simplemente un grupo de cristianos que se reúnen en alguna casa. No son lo mismo. La mayor parte de esos grupos en casas no son orgánicos en absoluto», sostiene.
NADA NUEVO BAJO EL SOL
La ‘iglesia orgánica’ también se conoce como iglesia simple, iglesia libre, iglesia de la sala de estar, confraternidades, o comunidades eclesiales de base, entre otros nombres.
Se trata de una «vuelta a los orígenes», afirma Viola, lo cual significa que «la iglesia orgánica ni es nueva ni es una novedad, ya que siempre ha habido cristianos que se reunieron fuera de las estructuras eclesiásticas institucionales».
Para Viola, las iglesias orgánicas ofrecen una alternativa para un millón de adultos cristianos que cada año dejan las congregaciones tradicionales en Estados Unidos y para los 1.700 pastores de este país que cada mes abandonan los ministerios.
TENDENCIA EN EXPANSIÓN
Según estadísticas del Grupo Barna, en Estados Unidos habría por lo menos 30.000 grupos de iglesias orgánicas, y el número llegaría quizá a un millón en América Latina.
Stan Perea, miembro de la mesa directiva de la Asociación para la Educación Teológica Hispana (AETH), que agrupa a más de 1.200 teólogos latinos en EEUU, opinó que los latinos se sienten atraídos a las ‘iglesias orgánicas’ porque esas pequeñas congregaciones «restauran el sentido de pertenencia y de orientación».
«Es triste que las iglesias tradicionales ya no ayuden a que las personas se conecten con la vida. Y es aún más triste que en Estados Unidos las iglesias se dediquen a enseñarles a los inmigrantes cómo ser individualistas, al punto que quedamos totalmente desconectado s», indicó Perea, quien desde 1986 dirige un ministerio cristiano en Denver.
EXPERIENCIA PERSONAL
Justamente en Denver, Blanca Ortiz, una inmigrante mexicana que se describe como «una cristiana de toda la vida», asiste desde el año pasado a una congregación orgánica que se reúne en la casa de una amiga.
«No hay líderes. Es bien informal. Todos hablamos cara a cara con todos. Todos participamos, a pesar de que venimos de países y de iglesias distintas. Nos reunimos para celebrar. Es verdad que dejamos las iglesias tradicionales, pero no dejamos nuestra fe», comentó.
Estos encuentros son sencillos y permiten compartir tanto una comida como «las bendiciones materiales y espirituales». Además, los niños están presentes en casi todas las actividades «para demostrarles cuán importantes son ellos para nosotros».
Para Ortiz, la iglesia orgánica tiene otra gran ventaja. «Ya no recibo constantes llamados recordándome que tengo que ir a la iglesia. Nadie llama a nadie, pero allí siempre estamos todos, porque la iglesia no es un edificio sino un grupo de personas con una fe en común «, concluyó.
Fuentes: Efe, Protestante Digital
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