Un nuevo caso se ha producido para la polémica sobre la expresión pública de la fe cristiana en Inglaterra. En esta ocasión se ha amonestado nada menos que a una niña por hablar de Jesús con una compañera en la escuela, amenazando la dirección del centro con expulsar a su madre, trabajadora del centro.
JASMINE HABLó DE JESúS
Jasmine tiene 5 años. Habló de Jesús con una amiga de su edad en la clase en la que estudia, en el condado de Devon, en el suroeste de Inglaterra. El profesor escuchó la conversación y amonestó a Jasmine.
Su madre, Jennie Cain, recepcionista en la escuela, explica que el pasado 22 de enero su hija Jasmine le contó que el profesor le había regañado. «Me ha dicho que no puedo hablar de Jesús», le confesó la niña. «No podía creer lo que estaba oyendo», añade la madre. Ella misma como madre fue llamada a capítulo por el director de la escuela, para advertirle de que Jasmine no debía hacer «pronunciamientos sobre su fe».
No sólo eso, Jennie podría ser expulsada de su puesto de trabajo por haber escrito un correo electrónico a varios miembros de la confesión cristiana evangélica a la que pertenece solicitándoles oraciones para que la situación no llegue a extremos. El director de la escuela, que tuvo acceso a uno de esos correos, acusa a la madre de difundir quejas contra el colegio.
Jennie Cain, de 38 años y madre de dos hijos, se describe a sí misma como una «cristiana tranquila», que no intenta imponer a los demás sus creencias, pero que exige que sus propios derechos sean respetados.
La señora Cain alega que si la escuela organiza canto de villancicos en Navidad, en los que se menciona a Jesucristo, «¿cómo van a saber los niños que no tienen permitido hablar de Dios?». La dirección del centro matiza que sí se invita a los alumnos a hablar de sus creencias con los profesores y los demás compañeros cuando esto resulta apropiado.
Varios grupos cristianos ya han denunciado que en el sector de la función pública la política es aún más estricta. Se quejan además de que ese celo por ser religiosamente asépticos contrasta, destacan, con el simbolismo cristiano que se reservan para sí las grandes instituciones del país, como la Monarquía, con una Reina que es la cabeza de la Iglesia de Inglaterra, y un Estado en gran medida confesional, con la confesión anglicana como Iglesia «establecida».
ENFERMERA Y AZAFATA CRISTIANAS EXPULSADAS DE SU TRABAJO
Ya les relatamos en este medio la pasada semana que la enfermera Carline Petrie fue suspendida de empleo en el hospital de Weston-super-Mare por dos meses por ofrecer orar a una paciente (que además era cristiana). Aunque la paciente no expresó ninguna queja, alguien denunció a Petrie y a ésta se le aplicó el régimen disciplinario previsto en el Sistema Nacional de Salud (NHS en sus siglas inglesas) en relación a la expresión de creencias por parte del personal de la Sanidad pública. El castigo laboral ha sido finalmente revocado en estos días, pero ha levantado un gran debate sobre libertad de expresión pública de la fe.
Porque además en Inglaterra llueve sobre mojado. Ya surgió otra gran controversia en el país en 2006, a raíz del despido de Nadia Eweida como personal de tierra de British Airways, por negarse a quitarse la pequeña cruz que colgaba en una cadena de su cuello. Las musulmanas podían llevar velo, los sijs turbante, pero el colgante de Eweida contradecía la política de uniforme de la compañía. En aquella ocasión también finalmente la normativa fue revisada y la mujer readmitida.
Es posible que Jennie Cain y su hija ganen también su derecho de libertad de expresión en el actual conflicto que viven. Pero la continua repetición de estas situaciones con respecto a la expresión pública de la fe cristiana, y la tolerancia ante otras confesiones como la islámica en situaciones similares, parecen avisar que un problema serio de restricciones se está produciendo en contra del cristianismo en Inglaterra.
Fuente: Abc. Redacción: ACPress.net
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